La gran enseñanza
que Poe deja explicitada en La carta
robada, es que lo menos visible es aquello que se encuentra a la vista de
todos. La superficie será opacada por su fondo. De esta manera el perspicaz
Dupin encontrará al objeto desaparecido sobre el escritorio, encima de otros
papeles, mostrando que toda la parafernalia empleada por la policía, resultaría
inútil y hasta absurda.
El acertijo que
la Esfinge le plantea a Edipo, es tan elocuente e irrefutable que no nos deja
precisar que dicho planteamiento no es una simple descripción anatómica, sino
una caracterización sumamente pesimista sobre nuestra especie. Edipo sabe la
respuesta y la explicita casi como si estuviese hablando de un tercero. En
verdad el protagonista debía haberle dicho a la Esfinge que ella estaba
hablando precisamente de él mismo y que sabía sobre sus propios límites.
La visión de la
Esfinge es excesivamente realista, materialista, desangelada, sin ningún
endiosamiento. Hace explícitas nuestras falencias anatómicas. La desfachatez de
la Esfinge es bastante exasperante.
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