Conflictos. Los problemas limítrofes marinos
entre la Colombia
de Juan Manuel Santos y la
Nicaragua de Daniel Ortega. El estado de la demanda sobre la
plataforma continental en la Corte Internacional de Justicia de La Haya.
Diálogo. Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, y Juan Manuel Santos, presidente de Colombia, tratan de poner paños fríos a la cuestión en el caribe. |
El surgimiento de lo nuevo, nunca está exento de conservar lo
peor de lo viejo, y mucho más cuando el punto de partida no es una ruptura,
sino el desplazamiento gradual y complejo de una herencia de dominación. La
creciente integración latinoamericana es justamente el resultado de un proceso
de ese estilo, en el cual superviven, con creces, matices y estigmas de la
incursión imperial. Los diferentes litigios limítrofes entre naciones
latinoamericanas no son más que residuos de esa geopolítica resquebrajada, en
beneficio de intereses externos a los de las naciones y pueblos de la región,
que se extiende al sur del río Bravo.
Ante una demanda presentada en 2001 antela Corte Internacional
de Justicia (CIJ) por la
República de Nicaragua contra la República de Colombia,
por la soberanía de algunas islas situadas en el mar Caribe, y la delimitación
de la frontera marítima, la
Corte con sede en La
Haya dictaminó el 19 de noviembre de 2012 la soberanía de las
islas a favor del país suramericano, pero en cuanto a la superficie marítima le
otorgó a Nicaragua, casi el 43% de lo que eran aguas colombianas. Este litigio llevado
a demanda por Nicaragua en 2001 ante la
CIJ y que perjudica a Colombia con el dictamen de 2012, se
enmarca en un proceso de demandas que el país centroamericano viene realizando
desde las dos últimas décadas del siglo pasado, para recuperar lo que considera
como legítimo. Los reclamos de Nicaragua por cuestiones limítrofes ya habían
tenido como blanco a otros países como Honduras y Costa Rica, y con relación a
este último hay diferendos que hoy aún siguen vigentes. La posición
nicaragüense sostiene principalmente que los diversos litigios (algunos datan
del siglo XIX) tuvieron resoluciones a partir del tutelaje imperial, para
preservar enclaves estratégicos en la región, mientras que desde los países en
controversia algunos sostienen que Nicaragua se encuentra en una franca
posición expansionista, aunque esto se haga desde el derecho internacional y no
desde la acción bélica. También algunos analistas sostienen que los reclamos de
soberanía marítima por parte del gobierno de Daniel Ortega están relacionados
al proyecto de construir, en ese país, una ruta interoceánica que termine con
la exclusividad del canal de Panamá y que se realizaría con fondos chinos.
Según Carlos Argüello, embajador nicaragüense en Holanda, y principal gestor de la política internacional de su país antela Corte de La Haya desde 1984, Nicaragua busca recuperar toda
su plataforma continental en el Caribe y hacer valer sus derechos sobre su
territorio en los casos que la enfrentan a Colombia y Costa Rica. Argüello le
dijo a EFE el pasado 14 de agosto que “la política es muy sencilla: Nicaragua
va a perseguir la recuperación de todos los derechos que le corresponden y eso
es lo que se está estudiando ahorita”, ya que “si a Nicaragua le corresponde
una plataforma más extensa en el Caribe, en detrimento de Colombia, pues
obviamente Nicaragua no va a renunciar a ello”. Y agregó que “en cualquier
delimitación con Costa Rica, Nicaragua también va a hacer valer sus derechos”.
Argüello sostuvo que las autoridades de su país le han solicitado a la Comisión de Límites de
las Naciones Unidas extender más allá de las 200 millas medidas desde
su costa, hasta las 350
millas náuticas, su plataforma continental en la parte
sur occidental del Caribe de conformidad con la Convención del Derecho
del Mar. “Lo máximo que podemos reclamar es 350 millas ”, indicó el
líder del equipo que defendió a Nicaragua en el litigio marítimo con Colombia ante
la CIJ , y que le
permitió al país centroamericano ampliar su mar territorial. Argüello dijo que
la plataforma continental de Nicaragua “es muy extensa, igual, por ejemplo, que
la de Honduras”, con la diferencia que la de ese país “se encuentra totalmente
con Jamaica, mientras que la plataforma de Nicaragua se extiende por otros
lados”, por lo cual la reclamarán, cuando el presidente Ortega decida el
momento y la forma de hacerlo.
En noviembre del año pasado,la
CIJ definió los límites en el Caribe entre Colombia y
Nicaragua, dejando en manos del país suramericano siete cayos del archipiélago
de San Andrés, cuyas islas mayores ya se habían concedido a esta nación en
2007. También le otorgó a Nicaragua una franja marina en esa zona que Colombia
calcula en unos 70.000
kilómetros cuadrados y el país centroamericano en más de
90.000 kilómetros
cuadrados.
Lo cierto es que la ofensiva diplomática nicaragüense puso sobre el tapete las diferentes visiones al respecto tanto de la diplomacia colombiana, como de los diversos actores políticos. Tras el fallo dela
CIJ , el presidente colombiano Juan Manuel Santos, denunció
ante la OEA el
Pacto de Bogotá de 1948 (por el cual su país debería ajustarse automáticamente
a las resoluciones de la CIJ ),
expresando que los límites territoriales no pueden estar sujetos a una Corte.
La decisión del Gobierno, tomada nueve días después de quela CIJ le quitara al país una
parte de su mar territorial para entregárselo a Nicaragua, pretendía poner a
ese país a salvo de futuras pretensiones de otros países sobre su territorio
nacional, ya que tal como lo expresara para ese entonces la canciller María
Ángela Holguín el retirarse del Pacto de Bogotá obedecía principalmente a
proteger a Colombia de nuevas demandas territoriales. De todas formas, Santos
afirmaba por esos días que, retirarse de la injerencia de la CIJ , no implicaba una negación
de ajustarse al derecho internacional, ni tampoco renegar de los principios de
resolución pacífica de los problemas.
El pasado 17 de agosto, el columnista Alfredo Rangel escribía en la revista Semana que el fallo deLa Haya era un exabrupto y que
Colombia debería dejar la tibieza de su presidente y desacatar el dictamen, ya
que “acatar el fallo pero no acatar sus consecuencias no es serio ni lleva a
ninguna parte. Acatar el fallo pero interponer demandas, objeciones, revisiones
o matizaciones, tampoco es serio ni responsable ni realista”. Y agregó que si
Santos no hace eso es “porque teme que se le caiga toda la estantería
prochavista de su política internacional”, ya que “un enfrentamiento con
Nicaragua provocaría la solidaridad del chavismo en contra nuestra, y eso sería
insoportable para Santos, quien ha basado su política externa en el
arrodillamiento ante el chavismo”, con lo cual “los diálogos de paz podrían
tambalear, producto de la solidaridad de las FARC y de Cuba con Nicaragua, y
eso también sería insoportable para Santos, que usa esos diálogos como la hoja
de parra para cubrir las vergüenzas de un gobierno sin nada que presentar ante
la opinión”.
Lo vertido por Rangel se enmarca en torno de las filtraciones que salieron a la luz unos días antes sobre las resoluciones que se plantearon en la discusión dela Comisión Asesora
de Relaciones Exteriores del Congreso colombiano, y que la canciller Holguín
tildó como “traición a la patria”, debido a que le anticipaban a Nicaragua la
estrategia colombiana, que supuestamente consistía en acatar el fallo pero
tildándolo de inaplicable, ya que desconoce los derechos históricos que tiene
Colombia sobre el archipiélago en disputa.
De todas formas, este conflicto por la soberanía marítima debiera ser entendido como una fuerte puja de intereses que exceden largamente a los dos países en cuestión. Colombia, como uno de los baluartes principales de la recientemente fundada Alianza del Pacífico, no es propensa a aceptar que el canal de Panamá deje de ser exclusivo en la zona del Caribe, y tal es así que el presidente Santos no se privó de chicanear la posibilidad de que en Nicaragua se construya un canal interoceánico, afirmando los primeros días de este mes que esa posibilidad “es un cuento chino”, mientras que la ex canciller colombiana Noemí Sanín no descartó que la resolución deLa
Haya esté relacionada con la construcción del canal, aunque
descartó que todo esto sea una conspiración de China.
La llegada de barcos misilísticos a Nicaragua provenientes de Rusia resultaría, para algunos, la avanzada de los principales actores globales de los Brics en el Caribe para poner freno al avance dela Alianza del Pacífico.
Ante una demanda presentada en 2001 ante
Según Carlos Argüello, embajador nicaragüense en Holanda, y principal gestor de la política internacional de su país ante
En noviembre del año pasado,
Lo cierto es que la ofensiva diplomática nicaragüense puso sobre el tapete las diferentes visiones al respecto tanto de la diplomacia colombiana, como de los diversos actores políticos. Tras el fallo de
La decisión del Gobierno, tomada nueve días después de que
El pasado 17 de agosto, el columnista Alfredo Rangel escribía en la revista Semana que el fallo de
Lo vertido por Rangel se enmarca en torno de las filtraciones que salieron a la luz unos días antes sobre las resoluciones que se plantearon en la discusión de
De todas formas, este conflicto por la soberanía marítima debiera ser entendido como una fuerte puja de intereses que exceden largamente a los dos países en cuestión. Colombia, como uno de los baluartes principales de la recientemente fundada Alianza del Pacífico, no es propensa a aceptar que el canal de Panamá deje de ser exclusivo en la zona del Caribe, y tal es así que el presidente Santos no se privó de chicanear la posibilidad de que en Nicaragua se construya un canal interoceánico, afirmando los primeros días de este mes que esa posibilidad “es un cuento chino”, mientras que la ex canciller colombiana Noemí Sanín no descartó que la resolución de
La llegada de barcos misilísticos a Nicaragua provenientes de Rusia resultaría, para algunos, la avanzada de los principales actores globales de los Brics en el Caribe para poner freno al avance de
La historia-
De 1928 en adelante
Cuando en 2001 Nicaragua interpuso ante la Corte Internacional
de Justicia la demanda a Colombia por la soberanía de parte de su plataforma
marítima, se basó principalmente en el no reconocimiento del Tratado
Esguerra-Bárcenas que data de 1928 y que luego fuera ratificado por Nicaragua y
Colombia en el Protocolo de 1930. Hasta la resolución de la CIJ de noviembre de 2012, los
tratados del ’28 y el ’30 realizados en Managua estipulaban no solamente la
frontera marítima sino también especificaban la soberanía de la costa de
Mosquitos, a favor de Nicaragua, y de las islas del archipiélago de San Andrés,
Providencia y Santa Catalina, para Colombia.
El no reconocimiento de Nicaragua a dichos pactos tuvo, como argumentos, aseverar que en ese tiempo el país centroamericano se encontraba bajo la égida de los Estados Unidos y que aún no existía el Derecho del Mar, promulgado porla Convención de las
Naciones Unidas referida a la delimitación y extensión de las aguas
territoriales correspondientes a los Estados nacionales.
En el tratado firmado en Managua en 1928 por los cancilleres José Bárcenas Meneses (Nicaragua) y Manuel Esguerra (Colombia) se estipulaban demarcaciones que tenían como antecedentes la época de la colonia, ya que las divisiones territoriales realizadas por España principalmente en el Virreinato de Nueva Granada segregaban a esos territorios dela Capitanía General
de Guatemala para preservar los intereses de la corona española ante los
avances de Inglaterra. La Costa
de Mosquitos, por tanto, pasó a ser de Nicaragua aunque anteriormente había
sido parte de Nueva Granada, mientras que las islas que habían sido cedidas por
el protocolo de 1803 regresaban a ser parte de Colombia. El Tratado de 1928
consideraba, a su vez, que el mismo debía ser puesto a consideración de los
Congresos de ambos países, para ser efectivo, y justamente a partir de sus
respectivas aprobaciones fue convalidado por el Protocolo de 1930.
Pero también surgieron las interpretaciones unilaterales, y Colombia, a finales de los ’60, impuso que si el archipiélago no se extendía hacia el oeste, más allá del meridiano 82, éste también debería considerarse como frontera marítima. Por su parte, Nicaragua siempre desconoció que el meridiano 82 fuera el límite, considerando que el tratado no los fijaba expresamente. En 1980, el gobierno nicaragüense abandonó unilateralmente el Tratado y a partir del nuevo Derecho del Mar comenzó a reclamar lo que se plasmaría en su demanda antela CIJ en 2001 y que en 2012 ésta
fallara a su favor.
Las objeciones de Colombia con respecto a todo esto se basan en una supuesta soberanía que se aduce como hereditaria del Virreinato de Nueva Granada, cosa que de llegar hasta el fondo llevaría a que el país neogranadino tendría que reclamar su soberanía perdida, por ejemplo, en Panamá.
El no reconocimiento de Nicaragua a dichos pactos tuvo, como argumentos, aseverar que en ese tiempo el país centroamericano se encontraba bajo la égida de los Estados Unidos y que aún no existía el Derecho del Mar, promulgado por
En el tratado firmado en Managua en 1928 por los cancilleres José Bárcenas Meneses (Nicaragua) y Manuel Esguerra (Colombia) se estipulaban demarcaciones que tenían como antecedentes la época de la colonia, ya que las divisiones territoriales realizadas por España principalmente en el Virreinato de Nueva Granada segregaban a esos territorios de
Pero también surgieron las interpretaciones unilaterales, y Colombia, a finales de los ’60, impuso que si el archipiélago no se extendía hacia el oeste, más allá del meridiano 82, éste también debería considerarse como frontera marítima. Por su parte, Nicaragua siempre desconoció que el meridiano 82 fuera el límite, considerando que el tratado no los fijaba expresamente. En 1980, el gobierno nicaragüense abandonó unilateralmente el Tratado y a partir del nuevo Derecho del Mar comenzó a reclamar lo que se plasmaría en su demanda ante
Las objeciones de Colombia con respecto a todo esto se basan en una supuesta soberanía que se aduce como hereditaria del Virreinato de Nueva Granada, cosa que de llegar hasta el fondo llevaría a que el país neogranadino tendría que reclamar su soberanía perdida, por ejemplo, en Panamá.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario