El planteamiento de una alternativa popular hoy no resultaría
eficaz sin la repolitización de las grandes mayorías. Todo indicaría que los
procesos políticos por arriba tocaron su fin.
Por Osvaldo Drozd*
(para La Tecl@ Eñe)
Hoy en la Argentina la cuestión política se problematiza.
Convengamos que enunciar el significante “política” puede abrirse a diversas
significaciones. La más extendida en el sentido común es la que se acerca al
escepticismo y la apatía. Viene a ser la contracara de lo que los grandes
medios de comunicación muestran como lo político. El bombardeo sobre la
corrupción aleja a los sectores populares del interés por participar, los
sumerge como espectadores pasivos de algo muy lejano a sus propias realidades.
El macrismo no se propone acumular fuerzas. A pesar del manejo del aparato
estatal no se percibe un crecimiento de fuerza propia considerable. Pareciera
que dicha falencia intentara suplirla con el crecimiento de la despolitización
e incluso con la propaganda negativa sobre el activismo y la militancia.
Los actos presidenciales no son más que puestas en escena en donde
no existen seguidores partidarios. Se lee en los comentarios de los medios
digitales que los supuestos adherentes al macrismo no van a los actos porque
tienen que trabajar, no como “los vagos que van por el chori y el tetra” y
porque les ponen micros.
Convengamos que la cultura militante hoy no está tan extendida y
que el ciudadano de a pie conoce poco sobre ello y que por ende cree en el argumento
que esbozan los propagandistas oficiales. Es la explicación más fácil. Esto
genera un cierto aislamiento de los diferentes actores populares. Por otra
parte la escena de la política institucional hoy se encuentra completamente
escindida de la cotidianeidad popular. La representación se volvió sustituismo
y gran parte de los representados en indiferentes. Sin que se produzca una
repolitización de las masas populares resulta poco probable la posibilidad de
una sociedad más justa. Hoy la construcción de una alternativa supone
incorporar las diferentes demandas sociales a partir de sus mismos interesados.
Lo que hoy ya no es posible es una revolución desde arriba. Tocó su techo e
incluso hizo crisis.
En una muy apreciable obra llamada De eso
no se habla. Organización y lucha en el lugar de trabajo (2002), el Taller de Estudios
Laborales (TEL) sostenía que el sindicalismo argentino está estructurado
principalmente en la lucha y la negociación salarial, descuidando las
reivindicaciones propias del puesto de trabajo, expresando que es justamente
ahí donde el sindicato no llega. “El lugar de trabajo sigue siendo la primera
línea de choque y la última de resistencia. Allí nace la necesidad de luchar y
se moldea en buena parte la identidad de clase. En ese conflicto, a veces
larvado y otras abierto, que se libra todos los días en el lugar de trabajo, se
templa y reconstruye el poder de los trabajadores”. El modelo esbozado por el
TEL permite diseñar políticas de base en otros ámbitos que no son los estrictamente
laborales. De igual manera se podría plantear que hay lugares de lo social a
los que la política no llega. Que el sindicato, el partido o el movimiento no
lleguen a determinados lugares, implica que esos lugares quedan vacíos y si
esas instancias no llegan significa también que en ese punto no existen fuerzas
orgánicas. Porque los diferentes sectores se organizan en relación a sus
propias problemáticas. Repolitizar a las masas populares implica abordar todos
los problemas que aquejan a dichos sectores desarrollando organización en la
base y que la misma se convierta en un interlocutor válido que ocupe el lugar
que hoy tiene la desprotección y la orfandad. El problema del transporte
público, de los servicios, de la seguridad, de la vivienda, de la basura, del
espacio público e incluso de la gestión del trabajo y la cultura debieran ser
razón suficiente para el encuentro y la organización social. No es posible
revertir la relación de fuerza adversa sin esa construcción, y cualquier
organización política identificada con los trabajadores y el pueblo que se
desentienda de esas labores está condenada al fracaso.
Berisso- 23 de noviembre de 2016
*Periodista
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