2015/11/19

Lenin y la herencia populista

¿A qué herencia renunciamos? Se preguntaba Lenin en el texto de idéntico nombre publicado a principios de 1898, pero escrito el año anterior durante su exilio en Siberia. También hacía hincapié en la herencia a la cual no renunciaban los marxistas rusos de la década del '90 del Siglo XIX.

En el texto de 1897, Lenin comienza citando a Mijailovski, quien ese año había afirmado en un artículo periodístico que los materialistas dialécticos rusos no deseaban tener ningún vínculo de continuidad con el pasado y decididamente renunciaban a la herencia, a saber la de las décadas del ’60 y ’70 del Siglo XIX.

Según Lenin esa falacia acerca de la renuncia a la herencia por parte de los discípulos rusos no había sido un invento de Mijailovski, ya que anteriormente a él, lo había dicho la mayoría de los representantes de la prensa liberal- populista de Rusia. En la medida que “los discípulos fueron desarrollando sus puntos de vista en la literatura rusa” y “cuanto más exhaustiva y detalladamente se fueron pronunciando sobre una serie de problemas teóricos y prácticos” señalaba nuestro autor, a los adversarios se les fue poniendo cada vez más difícil poder refutarlos y por tanto, apelaron a realizar diferentes invenciones con el único propósito de desacreditar a los incipientes marxistas rusos.

Lenin precisaba en su texto que con la supuesta renuncia a la herencia, se pretendía señalar que de esa forma, los marxistas producían "una ruptura con las mejores tradiciones del mejor y más avanzado sector de la sociedad rusa", rompiendo con el hilo democrático, y muchas otras falacias.

En tal sentido lo que Lenin intentaba señalar con fuerza es la necesidad de realizar una crítica científica de los errores conceptuales de la herencia, pero no invalidándola. La absurda idealización del pequeño productor agropecuario, la percepción romántica acerca de las diferentes corrientes del pensamiento social, no entendiendo que ellas estaban determinadas en última instancia por el flujo económico; eran algunos de los aportes críticos de los discípulos a la tradición populista, que tampoco identificaba el carácter progresivo del capitalismo ruso de entonces.

Lenin en la introducción al texto realizaba una aclaración, y es que no tendría ningún sentido que su exposición quede eximida de ofrecer pruebas concretas acerca de cómo refutar  las acusaciones de la prensa liberal- populista. En tal sentido se limitaría a analizar la “herencia” solamente en sus aspectos económicos y sociales, sin entrar en los problemas filosóficos, literarios y estéticos.

En el primero de los cinco capítulos del escrito, Lenin hace referencia a “Uno de los representantes de la ‘herencia’”. Allí hará una descripción de los escritos de Skaldin realizados entre 1867 y 1869, que llevaron el nombre de En una perdida aldea y en la capital. Allí expondrá las diferencias de ese autor con respecto a las posiciones de los populistas frente a los problemas suscitados a partir de la reforma campesina ocurrida durante los ’60. Lenin puso énfasis en los planteos sensatos del autor oponiéndolos a los relatos melosos de los populistas, valorando que Skaldin no intentara engañarse a sí mismo, ni cayendo en idealizaciones acerca de la realidad de su tiempo. Skaldin era un burgués. Lenin no dejó de señalarlo, pero reconociendo que el desarrollo objetivo del capitalismo en Rusia, y principalmente en el campo, le daba a Skaldin mayor cercanía a la realidad objetiva que las idealizaciones que en torno a ello hacían los populistas. En tal sentido Lenin era categórico cuando señalaba que “los discípulos no se lanzan contra la herencia sino contra los aditamentos románticos y pequeño burgueses que los populistas hacen a ella”.

Vale señalar al respecto que las principales diferencias de Lenin con los populistas eran de interpretación y caracterización del proceso que se venía desarrollando en Rusia. Hay que señalar que su hermano mayor Aleksandr Uliánov fue un activista populista de la organización Naródnaya Volia (Voluntad del Pueblo) que fuera ejecutado en 1887 por haber realizado acciones terroristas.

En una aclaración realizada posteriormente a la escritura de ¿A qué herencia…? Lenin expresó que se vio imposibilitado de nombrar por razones de censura a quien fue su principal referente de la herencia: Nikolai Chernishevski y por esa razón citó a Skaldin. Chernishevski fue el autor del ¿Qué hacer? de 1862 de gran influencia en Lenin, quien posteriormente iría a titular uno de sus principales textos con el mismo nombre. El libro del 62 tuvo gran repercusión en una cantidad muy importante de militantes políticos y sociales de ese tiempo principalmente del movimiento de los narodniki.

De alguna manera el planteo de Lenin en el texto de 1897 propone un cierto modo de intervención sobre la realidad, un modo de intervención marxista. No se deja de lado la herencia de los movimientos populares, sino que se intenta desarrollar a partir de ellos, una práctica que tenga en cuenta los desvíos ideológicos del movimiento preexistente para profundizar el cauce histórico. Lenin es enfático cuando afirma que los discípulos no rompían con las mejores tradiciones del movimiento popular, sino que le aportaban a él, una visión científica, despejada de idealizaciones, relatos melosos y romanticismos.

Lenin anticipaba uno de sus grandes armamentos conceptuales, la lucha teórica, entendida como lucha por la conducción del movimiento en su conjunto, y que sin más es posible identificar con la visión que Marx y Engels esbozaron el Manifiesto, cuando señalaron que “Los comunistas no forman un partido aparte del resto de los partidos proletarios” pero se diferencian en que “teóricamente cuentan con una clara visión de las condiciones de la marcha y de los resultados del movimiento en su conjunto”.

En la evaluación teórico- práctica del movimiento en su conjunto es dónde los marxistas pueden ir despejando las herencias que en lugar de permitir el avance, implican retrocesos. Cuando Leonardo planteaba la dicotomía en el trabajo artístico entre lo que denominaba “per via di porre” o “per via di levare”. La primera es la que se hace con la pintura por ejemplo, agregando elementos a lo que ya existe, mientras que la otra es quitando de la piedra como en la escultura, para encontrar la forma.

La tarea no es agregar más a lo existente, sino transformar quitando progresivamente lo que se ha vuelto un obstáculo. La herencia no debe renegarse, sino trabajarla a partir de una precisa crítica práctico- teórica. 

2 comentarios:

Iuri_Gagarin dijo...

Gracias por compartirlo. Muy motivante en estos tiempos.
Abrazos y gracias

Osvaldo Drozd dijo...

Gracias. Slds