Caracterizar la coyuntura
actual de las naciones suramericanas, debería conllevar un desarrollo teórico
acorde, que sin prescindir de los conceptos principales de la ciencia de la
historia, permita realizar un diagnóstico certero de en qué lugar estamos parados
y hacia dónde podríamos ir. La historia no es el derrotero de una senda
inevitable, sino producto de ciertas contingencias, que se asientan como
probabilidad en determinadas estructuras existentes; siempre que puedan ellas
ser captadas en su real dimensión, y a la vez haya una voluntad colectiva
predispuesta a accionar sobre ellas, y realizar así un proceso de
transformación social, política, cultural e ideológica.
Cuando el que escribe se
refiere a una ciencia de la historia, es porque considera que más allá de
cierta vulgata editio que propaló a los cuatro
vientos el fin de las ideologías y los relatos emancipatorios; intentó a su vez
arrastrar consigo conceptualizaciones teórico- científicas, que lejos de
caducar, siguen operando sobre las estructuras sociales. El problema se plantea
cuando cierta intelectualidad también se hace eco de ello, y en lugar de
realizar un tratamiento teórico del problema, lo resuelve obviándolo y
negociando lo que no debiera ser negociable. La ciencia sin dudas tiene muy
poco de liberal: ni la Ley
de la Gravedad
ni el Teorema de Gödel, podrían ser debatidos en un parlamento, o en una
asamblea; y no porque haya que prescindir de éstos últimos sino porque el libre
intercambio de ideas no es compatible con la ciencia, que requiere sin dudas de
otras pautas de debate. Si alguien pretendiera afirmar por ejemplo, que conceptos
como Modo de Producción, Estado (Lenin), formación social, fuerzas productivas,
relaciones de producción, etc., ya no tienen ninguna validez debiera hacerlo
desde la ciencia y no desde la ideología. Demostrar como lo hizo Copérnico que
el hombre ya no es el centro del universo, no es una tarea fundamentada en la doxa,
sino en un arduo trabajo sobre la episteme. Cuando Johannes Kepler
enunció las leyes sobre el movimiento elíptico de los planetas alrededor del sol,
va más allá de la revolución copernicana, pero lo hace en base a ésta última,
no obviándola, no negándola.
Algunos hoy consideran que la prioridad es la construcción de un
relato. Quien esto escribe no niega que eso deba hacerse, pero un relato sí no
está asentado en bases científicas que permitan ver como en la ciencia de la
guerra hacia dónde se debiera enfocar la fuerza, la tendencia sería el pragmatismo.
Si bien relato y ciencia se producen en una misma totalidad su desarrollo
simultáneo siempre es desigual, y es factible percibirlos en ámbitos
diferenciados.
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