Cuando se pone el carro
delante del caballo, no es por inocencia, sino porque lo que se intenta es que
el carro no avance. Los últimos días la gran ofensiva de los medios hegemónicos
se centra principalmente en las candidaturas presidenciales para el 2015, donde
el gobernador bonaerense Daniel Scioli, se roba todas las fotos.
¿Por qué una persona aspira
a un cargo? Y en este caso la presidencia de la Nación. Habría dos
respuestas principales y tal vez algunas secundarias. Hoy en la Argentina hay un proceso
de transformaciones, sinuoso, contradictorio pero cada vez más definido. Esto
alimenta la posibilidad del debate político y la creación de determinadas
tácticas para profundizarlo, para convertirlo en estrategia. Institucionalizar
el proyecto, expresó la presidenta hace más de un año en el acto de Huracán,
mientras otros creen que tal vez ya hubo muchos cambios y hoy habría que
retornar a la calma, basta de crispación dirían. Alguien podría aspirar a la
presidencia para ser un artífice más del proceso de cambio social iniciado y
que no debiera detenerse, o en todo caso proponerse para detenerlo. Los
diferentes matices de las dos posiciones no le quitan ser las dos principales.
La salida antipolítica o en todo caso de política camuflada sería plantearse
porque según las encuestas mide bien. Esta última si es considerada no puede
obviar el debate sobre el proyecto. Tal vez para lo recién dicho hiciera falta
construir algunos observables políticos que hoy aún no figuran sobre la mesa, y
por lo tanto al no estar presentes entorpecen el debate.
Desde este medio,
anticipábamos algunos días atrás que desde diferentes sectores enrolados en el
kirchnerismo, se intenta iniciar un serio debate acerca de la reforma de la Constitución ,
precisando que esto no conlleva entre sus principales argumentos la reelección
indefinida, sino el de darle continuidad en el tiempo al proceso iniciado en el
2003. La actual, reformada en 1994 llevó la impronta del consenso de
Washington, y fue diseñada principalmente para institucionalizar la entrega y
la dependencia.
Hoy sin dudas es necesario
avanzar hacia un nuevo Estado, logrando que las mayorías populares estén
incluidas en un nuevo pacto social, donde las transformaciones no den marcha
atrás. Para que esto sea posible es necesario una reforma institucional, que va
a tener como principales sujetos de la resistencia a los sectores más poderosos
de la economía concentrada, los cuales no van a resignar sus beneficios sin dar
pelea. El lobby de las corporaciones, las patronales agropecuarias, los medios
hegemónicos, y todo el bloque de poder que si bien hoy no encuentra forma de
gobernar a través de servidores funcionales a sus intereses, sería ingenuo
pensar, que no tienen proyecto ante lo desperdigado y disparatado de la
oposición.
Daniel Scioli planteó que le
gustaría ser candidato si la presidenta no impulsa la reforma constitucional, y
así también lo afirmaron los principales referentes de la agrupación “La Juan Domingo ”. Manifestarse de
esa forma o tiene bien en claro los fundamentos de una posible reforma, o cae
en el simplismo que los medios intentan instalar: la re- reelección.
Si bien uno no podría
afirmar con severidad que el gobernador bonaerense esté jugando ese rol, lo que
no caben dudas es que los medios si juegan a eso, de igual forma que algunos
integrantes de la oposición como Francisco De Narváez, Pepe Scioli, etc.
Con respecto a las últimas
fotos de Scioli con Moyano, o Lavagna, es muy sugestivo lo que afirma el
matutino La Nación
el día de ayer: “En
el gobierno provincial eligen otra interpretación: que las alianzas que Scioli
construye hacia 2015 también estarán al servicio de la Presidenta , mucho
antes, si la crisis estalla. Lo demostró hace días, cuando convenció al jefe de
gobierno porteño, Mauricio Macri, de no dejar plantado al ministro del Interior
y Transporte, Florencio Randazzo”. Tan
profético lo del diario de Mitre como aquel diálogo televisivo entre Mariano
Grondona y Hugo Biolcatti. Se sabe el salvador en aquel tiempo era el
vicepresidente Julio Cobos.
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