Si hoy se efectuara el balotaje presidencial, el actual
mandatario Mauricio Macri habría perdido 17 puntos con respecto a los
alcanzados en noviembre del año pasado. El candidato del FpV Daniel Scioli mantendría
casi idéntico porcentaje, y lo que habría crecido ostensiblemente sería el voto
en blanco. Estos supuestos guarismos nos llevan a la reflexión.
En la Encuesta nacional de opinión pública realizada por la
consultora Dicen, el 30 y 31 de
mayo, Macri obtendría el 34 %, Scioli el 48 % y los votos en blanco ascenderían
a 18 %. Recordemos que en noviembre el actual presidente fue elegido por el
51,4 %, su contrincante tuvo el 48,6, mientras que los blancos alcanzaron el
1,19 %.
La encuesta realizada por Dicen además evaluó el índice de aprobación, las expectativas y la
comparación con el gobierno anterior. En el último punto la anterior se lleva
el 42 % contra el 35 % de la actual.
Aproximaciones
Si bien los resultados de la encuesta muestran un grado
creciente de descontento y desconfianza, habría que señalar que ello no se
inclina indefectiblemente hacia el otro lugar. No es lo mismo votar realmente
en un balotaje, que seis meses después en una encuesta, sabiendo que la misma
no define demasiado. El candidato Daniel Scioli tuvo en noviembre la adhesión
de muchos sectores que no veían en él, la mejor expresión para enfrentar a la
derecha macrista. Fue votado antes que nada como la única opción posible.
Habría que convenir que no era el perfil más adecuado para enfrentar al retorno
del neoliberalismo. Representaba una variante más de un menú que indicaba que
dicho retorno parecía inexorable. En otros términos era el mal menor.
Seguramente muchos de lo que lo votaron, hoy dirían que votarían en blanco; y
muchos de los que no lo votaron, hoy sí lo harían. Eso depende del nivel de
politización de los diferentes encuestados.
La encuesta muestra que existe hoy una franja considerable que
no se siente contenida ni representada, por esas dos opciones; y que la
desaprobación del gobierno actual, no conduce inevitablemente a plantear un “Volveremos”.
El gobierno saliente si bien llevó adelante una cantidad
importante de políticas inclusivas y redistributivas, no pudo hacer que esa
misma política tuviera asidero en todos los planos en los cuales se desarrolla
la actividad social. Salvo raras excepciones en las diferentes provincias y
municipios no hubo concordancia con el perfil progresista. Mientras que al
anterior gobierno se lo podría catalogar de centro izquierda, esa misma
caracterización no puede ser extensible por ejemplo, a la del anterior gobierno
de la provincia de Buenos Aires.
De todas formas lo que se percibe es un nivel bastante
pronunciado de despolitización. En ese terreno la derecha se reproduce como pez
en el agua.
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