La alternativa de componer
un bloque latinoamericano que se afiance más allá de lo enunciativo y lo simbólico,
sigue sin parecer una opción en la urgencia de obtener liquidez inmediata.
¿Otra oportunidad perdida en el desafío histórico de alcanzar una verdadera
patria soberana en el continente con más recursos del globo?
Ya en 2011 el secretario general de la Unasur, el venezolano
Alí Rodríguez Araque dijo que si nuestro continente tiene algún rasgo bien
específico, es que el mismo es el mayor reservorio de recursos naturales del
planeta, entre ellos también de los que producen energías. De tal forma el
despegue efectivo de la región implicaría la industrialización de tales
recursos, para lo cual es necesario además el desarrollo tecnológico y
científico necesario para realizarlo. Porque habría que precisar que sólo sería
despegue si es un desarrollo soberano.
La producción de energía es uno de los principales puntales
de la sociedad, es más cada época está marcada por el tipo de energía que se
utiliza. Aunque ya se prevén diferentes tipos de energías (eólica, solar, etc.)
la humanidad aún no salió del paradigma energético del petróleo. Como es
sabido, el petróleo en algún momento se va a terminar, pero mientras exista los
grandes movimientos geopolíticos y geoestratégicos llevarán la impronta del oro
negro. La continuidad de la guerra en Oriente Próximo, siempre estuvo marcada
por ese sesgo, y la existencia del Estado de Israel no es para nada ajena a
ello.
Para llevar adelante en la región, un desarrollo que cambie
la matriz productiva basada hoy todavía en la producción de commodities,
resulta necesario un gran empuje propio, que rompa definitivamente con la
injusta división internacional del trabajo. En tal sentido es muy valorable el
esfuerzo que vienen llevando adelante algunos países, que se comprometieron
seriamente con esa tarea. Principalmente los que integran la Alianza
Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA).
Hace pocos meses el
gobierno de Ecuador inauguró la suntuosa Ciudad del Conocimiento Yachay que
pretende ser la avanzada científico- técnica de la región. Sin tecnología de
punta resulta imposible no depender de los países externos. Por esta razón debieran existir regionalmente,
insumos e instituciones que privilegien el desarrollo propio, sin la
intromisión de actores externos, que lejos de suponer que vienen a ayudar,
vienen a consolidar un cierto protagonismo que les permita proseguir con sus
negocios. La exploración de petróleo y sus posterior proceso de producción en
combustible, debiera ser política de Estado regional. Mientras a la Argentina
se acerca una empresa como Chevrón, en Ecuador la misma compañía se encuentra
demandada ante la Justicia por parte del Estado y diferentes comunidades
indígenas de la región de Sucumbíos, por haber contaminado irresponsablemente
parte de la geografía de ese país andino. Ecuador, es
el primer país del mundo en reconocer, en su Constitución, los inalienables
derechos de la naturaleza, convirtiendo a ésta en sujeto de derecho–y bajo
el nombre de “La mano sucia de Chevrón” se enfrenta a
la multinacional petrolera, la Chevron Corporation, que es la segunda más
importante de Estados Unidos y la sexta del mundo, denunciada por múltiples
casos de contaminación medioambiental en diversos lugares del planeta.
Casi como contraejemplo el
gobierno de Rafael Correa constituyó el proyecto Yasuní ITT que duró entre 2007
y 2013. En la región amazónica como ejemplo de vida en armonía con la tierra,
se implementó el proyecto de no extraer petróleo, para no contaminar una región
extremadamente rica en biodiversidad. Ecuador le pidió ayuda al mundo para
abstenerse de la extracción de petróleo, pero el resultado fue negativo. Desde
el año pasado el Estado propicia la utilización del 1 % del parque en la explotación del
hidrocarburo. Si no lo hiciera, Ecuador se privaría del ingreso de muchas
divisas para modificar su propia estructura productiva. Queda bien a las claras que al capitalismo no le
interesa mínimamente el cuidado del medio ambiente, sino aprovecharlo al máximo
sin prever los riesgos inmanentes. Resulta
difícil suponer que las empresas provenientes de países a los cuales, no les
importó demasiado la conservación de la biodiversidad amazónica, vayan a
realizar trabajos no contaminantes en países a los que culturalmente ven como
periféricos y factibles de explotación y usufructo.
En el sentido expuesto, organismos
multilaterales como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) o la Celac
debieran generar instituciones sectoriales referidas a la explotación del
petróleo en el continente. Unir esfuerzos y recursos, trazando una estrategia
común. Un terreno que aún no se ha
explorado..
Nota publicada en la Revista Mascaró de agosto.
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