2015/10/09

Acotaciones marginales de un trabajo en construcción

Desde las actuales condiciones objetivas: el estado de las relaciones de producción y las fuerzas productivas, no es posible observar ninguna línea tendencial que conduzca a una sociedad más justa. Cuando Marx pudo esbozar desde el materialismo científico, la posibilidad de un modo de producción igualitario (el comunismo) “De cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad”.  Esto se realizaría en un complicado proceso de transición, desde el modo de producir capitalista hasta el comunista, en el cual desparecerían las clases sociales, el Estado y la política. Cuando Marx pudo formular eso, sí existían condiciones materiales para poder llevarlo adelante. Ese tránsito hacia la sociedad de iguales, implicaba una palanca como la dictadura proletaria o socialismo. Tanto Lenin como Mao lo plasmaron en la práctica, y lo pusieron a andar. Que no se haya plasmado en una proyección hacia adelante, merece el más firme compromiso teórico, el gran desafío teórico del marxismo actual. Por igual, desentrañar la existencia de formaciones sociales capitalistas avanzadas en países como China y Rusia.

En los ’90 cuando se proclamó el fin de la historia, y se hizo carne el neoliberalismo, se dijo incontables veces de que el marxismo había fracasado. Vale señalar que no es lo mismo fracaso que derrota. El fracaso alude a algo que se vuelve anodino, que toma la forma de fallido y que por ende no debe pensarse más. Lo que fracasa siempre debiera ser desechable, implica un estorbo, un obstáculo a sortear. En cambio en la derrota, se pueden extraer conclusiones, aunque en ella tendrán cabida todos esos elementos que aluden al fracaso. Incluso en esas derrotas en las cuales se sabía de antemano que sería así, ya que la relación de fuerzas no daba para el triunfo. Quien fue derrotada es la lucha proletaria, pero no el marxismo como artefacto teórico. Quienes fracasaron fueron diversos elementos anclados en la lucha de los pueblos, que se conservaban como obstáculos. Pensar que el marxismo ha fracasado es como decir que tras Hiroshima fracasó la física nuclear. Se podría considerar como un fracaso si no contara con los elementos necesarios para realizar un análisis de la derrota. Si fuera así los profetas de la eternidad capitalista tendrían razón. Ellos además sostienen fervientemente la idea de que el capitalismo es la perfección.

En líneas demasiado generales se podría definir a la teoría marxista como una herramienta más de la lucha de clases, haciendo la salvedad que con respecto a otras concepciones, ésta es científica porque no puede no trazar lineamientos políticos si no es a partir de una determinación de la economía sobre el resto del todo social, siendo ese basamento algo que es determinante en última instancia y que fuera desentrañado con gran rigor científico. En esto hay que ser bien estricto y severo para señalar que a diferencia de otras doctrinas, el marxismo si propuso una sociedad más justa no fue por ningún idealismo humanitario, ni por considerar el bienestar del prójimo. En ello no hay ninguna religiosidad. Marx planteó una salida alternativa al capitalismo a partir de vislumbrar esa posibilidad a partir de lo que tenía enfrente de sus ojos. Tanto Lenin, como Mao o Gramsci también lo hicieron de la misma forma.  

La principal contradicción sigue siendo entre capital y trabajo, pero haciendo la salvedad de que ninguno de esos dos términos puede articularse en un sujeto unitario, que se constituya en consonancia con lo que en el Manifiesto se denomina “Burgueses y Proletarios”. No es que no existan como actores económicos, lo que no tienen ya es un valor de unidad estructural que los defina como fuerza social o política. La sensación de este tiempo es la proliferación de contradicciones secundarias, y que éstas en algunos casos conforman unidades tácticas entre sectores poderosos con desposeídos. Hoy los principales enfrentamientos se producen entre fracciones capitalistas o alianzas conducidas por esas fracciones, e incluso las guerras santas contra el terrorismo y el narcotráfico representan contradicciones intercapitalistas.

Hoy asistimos a la crisis de la reproducción ampliada, ya no es posible hablar de “la” ideología dominante, ella fue balcanizada por el relativismo cultural. Lo que sí se podría tener en cuenta es un cierto matema de la ideología, algún axioma o factor común pero nunca algo que se unifique en sus contenidos. Lo que ha caído es la semántica de la ideología.

2 comentarios:

Alberto Sladogna dijo...

Estimado Osvaldo: solo un detalle a investigar y dialogar: quizás hoy asistimos a un cambio semiótico, no semiológico, del capitalismo. Ese cambio quizás y solo quizás indique que tendríamos que darle más lugar a la subjetividad que ese capitalismo produce con su máquinas subjetivantes, incluso siendo esa subjetividad ya no un tema de ideología, sino la condición para el sostén de su hegemonía.
nn saludo cordial

Osvaldo Drozd dijo...

Completamente Alberto. Estamos en una sintonía similar, al respecto. Abrazo
O.