(para La Tecl@ Eñe)
El reclamo de los docentes debiera permitirnos -además de adherir
a su justa lucha- extraer conclusiones básicas acerca de la realidad argentina
actual, no solamente en lo referido a la situación económica y social sino
también a detectar cómo los principales medios toman un dato de la realidad
para introducirlo en el sentido común imperante. Vale aclarar que la
manipulación se hace efectiva cuando existe de antemano un interlocutor
predispuesto a ello.
Se insiste en que la Educación es un derecho y que no es justo
dejar a los chicos privados de clase. También en que el nivel educativo es
deficitario y que los docentes no están preparados para hacer frente a dicha
tarea. Lo que no se dice es que el principal reclamo es salarial y que está
referido a una paupérrima situación económica en la que la inflación se
incrementa distanciándose del sueldo de los docentes. Si la Educación pública es
mala y los docentes no están preparados para ella, hay que decir que el
problema atañe a quien tiene la responsabilidad de planificar la Educación y no
endilgarles el problema a los empleados. Estos últimos ya están conchabados y
hay que respetar los contratos. Seguramente hay que hacer nuevos planes de
Educación y formar docentes para ello pero mientras tanto hay que dar
respuestas efectivas a lo existente.
Una pregunta interesante que muchos hacen es: ¿A partir de cuándo
se empezó a deteriorar el nivel educativo? La mayoría de las respuestas apuntan
a que esto comenzó hace ya un extenso tiempo pero sin dar demasiadas
precisiones. Todos señalan que sin Educación no hay futuro y que la misma es un
ordenador fundamental. Sin dudas, pero se debiera admitir que la Educación es
importantísima siempre y en tanto la sociedad en su conjunto haga de la
producción su principal fuente de riquezas. La Educación históricamente siempre
fue un complemento indispensable del desarrollo de la fuerza de trabajo y no al
revés. Poseer Educación no es la condición de alcanzar un trabajo digno. Este
último es propiciado por un desarrollo de la estructura productiva. Ninguna
sociedad prepara a los sujetos para actividades imposibles. La Educación
pública comenzó a deteriorarse fundamentalmente en los ’90 cuando en la
Argentina fuera desmantelada la estructura productiva nacional. Suponer que en
un país en donde existe un nivel acentuado de desempleo, de deterioro
productivo, de precariedad e incremento de la informalidad, resulta posible que
alguien pueda triunfar mediante la Educación es hacer apología de una
meritocracia que premia al que triunfa de manera inescrupulosa en la
competencia feroz entre pares. Una apología del ya conocido “Sálvese quien
pueda”.
En la Argentina, al igual que en el resto de las naciones
suramericanas, si no se transforma la matriz productiva, si no se sale de un
modelo en el que se privilegia la exportación de commodities para dar pie a un
desarrollo de la industria, la Educación pública sólo sirve como núcleo de
contención y no como herramienta para la formación de nuevas fuerzas
productivas.
Mientras tanto el reclamo de los trabajadores que se hacen cargo
de la formación de los niños de este país -tal como este país es y no cómo
podría imaginárselo- es completamente genuino. El salario de los docentes hoy
no se corresponde con lo que vale la reproducción de la vida de los argentinos.
Es demasiado insuficiente. Los responsables de ello lo son también de hacer una
Educación pública acorde a las necesidades nacionales.
Berisso, 13 de marzo de 2017
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