Si la lectura que
se hace -del debate en Diputados sobre el pago a los Buitre-
resultara simplona, lo que primero aparece en escena, es que el gobierno de
Mauricio Macri intenta revertir un default que data de 15 años, para
generar confianza en los inversores, y sacar el país de un pozo; y por otro lado
una oposición que intenta poner palos en la rueda, para esmerilar la
gobernabilidad. Esto es lo que los medios hegemónicos intentan instalar como
contradicción. Si con el anterior gobierno se trataba de “Patria o Buitres”
ahora la ecuación pasaría, por la imperiosa necesidad de pagar para impedir la
crisis. Esta lectura parece confeccionada más para la tribuna que para el
abordaje concreto de lo que realmente sucede en la economía y su repercusión en
el tablero internacional.
El kirchnerismo
no es que se oponga al desendeudamiento, pues ya lo puso en práctica en 2005 y
2015, abonándoles al FMI y al Club de Paris; lo que cuestiona es la eficacia
del pago que se intenta realizar pero fundamentalmente el trato con una parte
de los capitales especulativos, a los cuales se les abonará en una situación
completamente desfavorable y que es muy probable que tras el pago vuelvan por
más ya que “Este
proyecto, para pagar esta enormidad y con estos riesgos, no pone ningún límite
a la emisión (de deuda)”dijo Axel Kiciloff
La
posición esbozada es diferente a la del Frente de Izquierda que propone no
pagar, sean cuales sean las condiciones para
ello. Tal vez no está mal, pero planteado de esa manera se vuelve completamente
testimonial o abstracto. La propuesta del diputado Néstor Pitrola de constituir
una comisión que investigue la deuda ilegítima integrada por los trabajadores
no resultaría descabellada si no estuviera planteada dentro de relaciones de
fuerza completamente imaginarias. La política histórica de grandes segmentos de
la izquierda, de plantear tácticas aisladas del proceso real que hacen las
masas, siempre conducen al aislamiento, y son justificadas con posiciones
doctrinarias propias del más recalcitrante sectarismo. Hasta ahora en el único
país en el que no se pagó la deuda y se puso en marcha un juicio a la
ilegitimidad de ella, es en Ecuador a partir de la revolución ciudadana que
conduce el presidente Rafael Correa.
Es
importante señalar las palabras de la diputada del FpV Juliana Di Tullio quien
puso sobre la mesa un dato que no es menor: “Estamos frente a un papelón internacional porque nuestro país propuso
los 9 principios frente a los buitres y seríamos el primero en omitirlos.
Espero que no se vote a favor" dijo Di Tullio. Vale señalar que el
gobierno anterior llevó a todos los foros internacionales la cuestión de los
Buitre, y no por una razón estrictamente nacional sino porque si la Argentina
queda entrampada en esos pagos, sienta un crucial precedente para cualquier
Estado del mundo que intente reestructurar su deuda, con lo cual siempre se
quedaría bajo la tutela y subordinación del capital financiero
internacional.
Según informaba Télam el
pasado 10 de septiembre, la
Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobó los nueve principios impulsados
por Argentina, y consensuados por el Grupo de los 77 + China, para la
restructuración de la deuda de los países, entre los que se destaca que si una
renegociación de deuda es aprobada por “una mayoría cualificada”, esta debe ser
acatada por el resto de los tenedores de títulos.
Además, los Estados deberán hacer una reestructuración “como último recurso”, tendrán “la obligación de abstenerse de discriminar arbitrariamente a los acreedores”, y deberán incluir “cláusulas de acción colectiva” que destaquen la preeminencia de las mayorías “en sus emisiones de deuda”.
Además, los Estados deberán hacer una reestructuración “como último recurso”, tendrán “la obligación de abstenerse de discriminar arbitrariamente a los acreedores”, y deberán incluir “cláusulas de acción colectiva” que destaquen la preeminencia de las mayorías “en sus emisiones de deuda”.
Argentina fue la
que logró que la ONU se pronunciara por estos principios, y hoy es quien viene
a romperlos para cerrar filas con las únicas 6 naciones del planeta que se
habían opuesto a ello: Estados Unidos, Reino Unido, Japón, Alemania, Israel y
Canadá. La votación en la
ONU a su vez había contado con el apoyo de 135 votos a favor, los mencionados 6
en contra y 40 abstenciones.
1 comentario:
Lo peor de la ecuación no es que sea un mal acuerdo. Lo peor es que en lugar de resolver el problema lo agrava, porque antes teníamos al 93% conforme y al 7% protestando. Ahora probablemente logremos tener al 3.5% conforme y al 96.5% protestando... notable desastre... Lo publiqué
Publicar un comentario