En la sociedad capitalista el tiempo se divide en dos. Están las horas en las cuales se trabaja para ganar el sustento material, y está el tiempo libre donde al menos se tiene el derecho de hacer libremente lo que uno quiera. En la mayoría de los casos estos dos tiempos son contrapuestos. Uno de ellos es parte de una obligación que si no se hiciera, se estaría privado del dinero necesario para poder vivir.
Imágen: Daniel Mercado (Argentina)
Siempre pensé que esta división es absurda y que a pesar de los riesgos que se corren, uno debiera vivir haciendo lo que más le agrada. Trabajar no debiera ser algo engorroso, sino una actividad que se realice placenteramente, y no algo que se haga sólo por dinero. Obviamente que este último es necesario e ineludible, pero vivir solamente para hacer dinero, es parte de un mecanismo perverso de sometimiento por el cual se pierde creatividad y el gusto propio.
Se trabaja para ganar el sustento material, pero también y principalmente se debiera trabajar para la autorrealización subjetiva. Una sociedad que produce chatarra con el único fin de auto reproducirse es completamente diferente a una sociedad donde la producción se encontrase orientada al consumo de bienes realizados con calidad. Si se trata solamente de ganar dinero, lo importante no es la calidad sino generar una demanda de basura fetichizada. El productor de esto último no solamente que no se auto realiza en su trabajo sino que paulatinamente va perdiendo valores éticos y estéticos.
El que trabaja sólo por dinero que no se asuste de la prostituta ni del asaltante, ya que a todos ellos lo único que les interesa es el metálico.
Que el dinero sea una necesidad no debiera implicar que a uno le pongan precio ni la pérdida de autonomía.
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