Los grandes relatos emancipatorios se han derrumbado, y si alguien osa plantear algo relacionado a ellos, es seguro que miente, lo único que intenta es una teatralización para engañar a las multitudes y conservar su poder, al cual se lo concibe de igual forma en la que lo hacen los críticos de la supuesta farsa. La posmodernidad planteaba que ante la crisis de lo político, sólo quedan los placeres mundanos, la frivolidad y cierta estética del egocentrismo. Si mi verdad revelada es que el compromiso, ya carece de valor, seguramente voy a plantear que todos aquellos que toman una posición comprometida, sólo lo hacen como mascarada, como engañifa para saciar apetitos meramente vulgares. Más allá de los argumentos que plantean los supuestos 17 intelectuales en “Malvinas, una visión alternativa” el trasfondo es estrictamente ideológico, apela a la indiferencia, al descompromiso, al relativismo, y por ende excede el caso particular de las islas del Atlántico Sur.
La lógica posmoderna sostenía que ante la caída de las narrativas emancipatorias, sólo había lugar para la transpolítica y los fundamentalismos, y ésta es la visión supuestamente alternativa de los 17.
“A tres décadas de la trágica aventura militar de 1982 carecemos aún de una crítica pública del apoyo social que acompañó a la guerra de Malvinas y movilizó a casi todos los sectores de la sociedad argentina” En esta primera frase del documento quizá está resumida o planteada la verdadera opción que esbozan en el documento, es decir, una crítica del apoyo social a una causa, que por plantearse la recuperación de las islas, es idéntica más allá de las diferencias entre lo del ’82 y el planteo actual. Plantearse la soberanía es obsoleto, es del pasado, ese es el mensaje, y se hace extensivo a cualquier rasgo de politización de las mayorías.
No es ocioso que la crítica siempre vaya por al lado de la corrupción, un fenómeno realmente transpolítico. Las proyecciones nunca cuentan, porque en su ideario ya dejaron de existir.
1 comentario:
Ese es cierto posmodernismo, por cierto.
El posmodernismo que hace la crítica del sujeto autónomo, el sujeto del liberalismo, en realidad hace la pregunta acerca de lo que lo constituye. El "yo" que habla o que actúa no es sino un efecto de regímenes de poder y discurso. Y así, lo que se busca interrogar y hay que tener en cuenta, es todo lo que lo constituye.
Si pensamos en la crítica a las leyes de la historia, o al declive de los estados nacionales, esto no quiere decir que no existan, no se pueda hablar más de ellxs. Menos aún, descartar que puedan intervenir, articular acciones y relatos en términos emancipatorios en el marco de la globalización y la migración de los capitales financieros atravesando las fronteras formales. Las relaciones de poder corporativo que se extienden por todo el planeta subordinando los poderes nacionales, deben ser tenidas en cuenta pero no habilitan para dejar de hablar en términos de soberanía, ni dejar de hablar en términos de pueblo, por ejemplo.
El tema del relativismo o del fin de las ideologías en una modalización afín al neoliberalismo que no debe ser confundido con un analisis de lo que es la compleja situación contemporánea. En este sentido, los relatos emancipatorios, enmarcados en el nuevo escenario, -!y vaya si en Latinoamerica estamos haciendo la experiencia!-, la agencia de movimientos sociales en redes, las distintas formas de participación política responden a prácticas posmodernas también. Pasa que reducir a una versión relativista y cómplice al fin y al cabo, de todo lo que se comenzó a cuestionar y a plantear como "posmoderno" es una manera de resolver muchas diferencias, importantísimas diferencias! de un solo golpe, con el peligro de perdernos importantes aportes para pensar y actuar. Es un gesto político, parte de una reacción funcional al neoliberalismo opresor,por cierto, que unifica posiciones muy diversas e importantísimas para la política que hacemos en nuestros días.
La carta ni siquiera resiste análisis: diría, en todo caso, que intenta de manera pésima desvalorizar cualquier política gubernamental -aliada, además, con un bloque de naciones que se han dejado de comportar como tradicionalmente lo veían haciendo-, sin tener en cuenta quién habla de soberanía, -un gobierno democrático-, sin hacer mención a los recursos y riquezas naturales en juego, dando crédito a una guerra ilegítima para que nos hagamos cargo de la derrota frente a G.Bretaña pero sin habilitar la diplomacia ahora. Es decir, a medida del imperio. Esto, aunque se lo quiera hacer pasar por, ni siquiera es un recurso "posmoderno" a la manera liberal... es cipayaje puro, a la manera Jauretche.
Saludos
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