Hace poco me sorprendió bastante un comentario realizado a uno de mis cuentos, en el cual se hacía referencia a la banda sonora presente en el relato. Se apreciaba la música de Jethro Tull, una banda inglesa de rock progressive de los años setenta, pero haciendo alusión de que esto hoy pareciera inaudible, ya que en sitios como los que estaban descriptos en la narración, lamentablemente esto ya no se escuchaba más. Musicalmente hablando tal vez se trataba de un elogio, aunque literariamente resultaba contradictorio. Fue ahí donde también me di cuenta que esto de poner sonidos en el relato, era algo así como una constante que en mí se repetía, cosa que me puso mucho más atento en la lectura de determinados autores, encontrándome que muchos de ellos también lo hacían. Por otro lado esto de banda sonora, generó un cúmulo de reflexiones. En el cine que es donde nace el soundtrack, a las escenas visuales, al despliegue de acontecimientos se le adosa una música de fondo, y es posible que con el nacimiento de este arte, se hayan producido cambios en la literatura que de otra forma no hubieran sido posibles. De todas formas creo que la inclusión de sonidos de reproducción, para contrastarlos con los sonidos espontáneos, se fueron desarrollando de manera considerable a partir de algunas décadas atrás. Fueron quizás la música funcional y la existencia de la radio, quienes tuvieron gran parte de la obra inaugural, aunque me atrevería a decir que a diferencia del oyente de radio atento a la emisión, característica principal de los inicios de este medio, hoy existe el sonido radial, que ya no precisa necesariamente de la atención permanente sino que está incorporado a la escena diaria de distintas formas como por ejemplo que ella esté encendida en locales comerciales, o en estaciones de tren, o de subterráneos. Hoy asistimos a una cultura auricular, a la de los reproductores de MP3, y mientras se viaja en automóvil o en ómnibus, al paisaje se le suma el soundtrack que uno tiene la posibilidad de elegir. Como en las escenas cinematográficas nuestro andar cotidiano pareciera estar marcado por distintas melodías y ritmos.
Esto me hace pensar que así como en la literatura de hace más de tres cuartos de siglo atrás, esto era casi inaudible, hoy forma parte de la descripción del ambiente casi como pueden ser los detalles de la vestimenta o los ámbitos urbanos.
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