Los resultados electorales de las PASO
actualizaron el debate sobre qué es el macrismo. ¿Es un hecho accidental o vino
para quedarse? En esta nota, Osvaldo Drozd esboza algunas aristas sobre cómo
acercarnos a una caracterización más rigurosa sobre la fuerza gobernante.
Por Osvaldo Drozd*
(para La Tecl@ Eñe)
Tras la realización de las elecciones
primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) que tuvieron lugar el
pasado 13 de agosto se generaron algunos debates de sumo interés con respecto a
los resultados obtenidos por las diferentes fuerzas concurrentes,
principalmente por las actuaciones del oficialista Cambiemos y la coalición
Unidad Ciudadana. No faltaron al respecto consideraciones acerca del rol
desempeñado tanto por el frente 1País -encabezado por Sergio Massa- y Cumplir
de Florencio Randazzo.
Contrariamente a lo que muchos suponían
que podría suceder, a la coalición gobernante no le fue mal, no recibió en las
urnas el rechazo ciudadano por las políticas que viene desarrollando desde
diciembre de 2015. En tal sentido la nota de opinión escrita por José Natanson
el 17 de agosto para Página/12 bajo el título de El
macrismo no es un golpe de suerte, resultó un buen disparador. En dicho
artículo Natanson advierte que no hay que subestimar a la fuerza gobernante y
esboza varias aristas sobre ella que no fueron tenidas en cuenta y que por ende
son esos puntales que le permitieron a Cambiemos obtener un buen resultado
electoral. Quien escribe coincide en no subestimar a los que gobiernan, pero
difiere con respecto a las aristas propuestas. También si se tiene en cuenta
que el director de Le Monde Diplomatique señala en la nota que
Cambiemos tomó temas descuidados por el kirchnerismo como es el narcotráfico,
problemática que no debiera haber sido descuidada ya que para él ni uno ni otro
tendría respuesta más que poner el tema sobre el tapete o simplemente
verbalizarlo como en sesiones de análisis; lo que descubre con ello es cierta
falta -por parte del kirchnerismo- de sentido autocrítico, sumando a ello no
haber tenido en cuenta que el macrismo no resulta una anomalía como señalara
Ricardo Forster, lo que conllevaría a subestimarlo.
Es verdad que el kirchnerismo tiene baja
autocrítica. Lo que no hay que confundir al respecto es la demanda de muchos
periodistas afines al gobierno que cuando piden autocrítica no hacen más que
solicitar arrepentimiento. El kirchnerismo no debiera arrepentirse por ejemplo
de haber impulsado la ley de medios o la 125, lo que debiera sí decir es por
qué no se fue a fondo con sus políticas más avanzadas, permitiendo que los sectores
más concentrados se reagruparan y produjeran una resistencia enconada en un
combate que no se privó de desplegar todas las formas de lucha, no
exclusivamente lo que comúnmente se denomina política democrática. No
considerar la ofensiva que fueron desplegando desde 2008 en adelante es no
tener en cuenta cuáles fueron los principales sedimentos que dieron pie a la
formación de una fuerza política como es hoy el macrismo. Eso sin dudas excede
el vecinalismo del Pro en su gestión al frente del gobierno de la ciudad. Va
mucho más allá de “la retórica new age, las bicisendas, las ferias de comida
saludable”. El macrismo de alcance nacional fue incorporando una cantidad
importante de elementos que son parte del folklore de la derecha argentina
histórica. Valdría señalar -para entender lo que sigue- que el macrismo –según
quien escribe- no es solamente el PRO y a su vez no coincide acabadamente
con el espacio completo de Cambiemos. El macrismo es transversal, atraviesa
también a sectores de la oposición. Las posiciones de alguien como Margarita
Stolbizer no pueden ser leídas de otra manera. El actual macrismo excede al
mismísimo Macri, es la coronación política de un sedimento ideológico cultural
que fue fermentando desde hace tiempo cuando el Pro de Macri era sólo una
pequeña parte de ello. Si es verdad que desde 2008 se acentuó la famosa
“Grieta”, habría que decir que fue el actual macrismo quien entre otras
opciones logró capitalizar políticamente uno de los costados de ella. Lo que
hoy se denomina macrismo podría haber tenido otro nombre, tal vez massismo o
incluso sciolismo. Eran los principales ofertas que ofrecía el menú del
poderoso aparato mediático corporativo quien sin ninguna duda es parte
constitutiva de este movimiento junto a la AEA, la Rural, gran parte del Poder
Judicial, y otros. Si se tiene en cuenta el acontecer político en Ecuador, con
el viraje brusco del presidente Lenin Moreno con respecto a las políticas
llevadas adelante por Rafael Correa durante una década, aunque este último lo
haya propuesto como su sucesor; no debiera incomodar a nadie la posibilidad
virtual de que si Daniel Scioli hubiera sido elegido presidente en 2015 no
hubiera sucedido algo similar. Los acontecimientos que se vienen desarrollando
en Latinoamérica nos muestran un plan muy bien orquestado por el Imperio y sus
socios locales.
Recordemos que la marcha cacerolera del
“8N” de 2012 que se denominaba “antipolítica” pero que pedía que “No nos
convirtamos en Cuba o Venezuela” convocó a vastos sectores de la más rabiosa
oposición al kirchnerismo y al “populismo”, que son el mismo segmento de la
sociedad que convocó a la marcha del #1A de este año en defensa irrestricta del
gobierno de Mauricio Macri, tras un marzo de gran movilización de los
diferentes sectores populares. De esta forma hay que considerar lo que Antonio
Gramsci señalaba como el pasaje de la estructura a las superestructuras
complejas, a saber “la fase en la cual las ideologías existentes se
transforman en partido político” (1). En el actual macrismo están
incorporados los sedimentos más retrógrados de la larga historia de la derecha
argentina incluyendo su tradición golpista y genocida. Se funden en el formato democrático
de la actualidad junto a la tradición radical reeditando el más rancio
gorilismo de antaño.
Si bien Cambiemos o más específicamente el
PRO se visten con un ropaje que simula estar adecuado a lo más
vanguardista de la moda y a su vez plantarse como ultra democráticos,
habría que señalar que todo ello es una simple pose que, no se condice con el
sustrato que los determina en última instancia. Como anteriormente se señalaba
el PRO no es el macrismo. Considerar a cualquiera de los dos términos como
una “derecha democrática” al menos goza de una inexorable ambigüedad que
sucumbe a la polisemia propia de un término que no es tan fácil definir. Lo que
es democrático para algunos no lo es para otros. El gobierno dice que Venezuela
es una “dictadura”. Uno se pregunta si convalidar al gobierno de Michel Temer
en Brasil tras un escandaloso golpe institucional correspondería a un
procedimiento democrático. El accionar patoteril de las bandas parapoliciales
de la Ucep y las escuchas ilegales fueron parte del gobierno de la ciudad
encabezado por el actual presidente. Eso Natanson no lo dice. La ausencia de
Santiago Maldonado se convierte así en una espina estructurante de una posición
bien determinada aunque difundida como ambigua. No se puede decir que está bien
que alguien desaparezca y simultáneamente enviar mensajes a los más cercanos de
que se hizo lo más conveniente.
El gobierno no deja de culpar a todo el
arco opositor de que con lo de Maldonado se intenta politizar el caso. Si por
lo contrario saliera a pedir la aparición con vida de Santiago como todo el
mundo la mentada politización caería inmediatamente pero su forma de actuar
deja suspicacias ¿se da por aludido? Incrimina a los docentes que en las
escuelas hablan del tema, pide que no se enturbie a la Justicia, pero también
pone las manos en el fuego por la Gendarmería. Quien politiza lo de Maldonado
es el gobierno de acuerdo a una implacable lógica electoral. Sabe que una parte
de la ciudadanía en eso lo acompaña al igual que cuando reprime la protesta
social o dice que “combate al narcotráfico y las mafias”. Sin dudas cuando se
cuenta con lo más concentrado del aparato mediático y la Justicia, es posible
montar diferentes espectáculos que nadie podrá demostrar que no tengan
realidad. Lo que no quedaría claro en lo señalado es qué parte de todo eso
sería “democrática”.
Berisso, 7 de septiembre de 2017
*Periodista
No hay comentarios.:
Publicar un comentario