2015/02/27

El paradigma de lo indiscernible. La supremacía de la Doxa

Hoy existe un lugar que se fugó de la realidad. Un lugar indiscernible, un espacio y un tiempo que si bien se muestran como verosímil, como plausible; guardan en su seno lo indemostrable y la imposibilidad de rastrear de forma verdadera determinados hechos de la realidad. Tal vez ese punto de fuga o pozo gravitatorio, hoy sea parte de la realidad, pero de una que ya no es acorde a los parámetros establecidos en otros tiempos. Sin dudas la realidad es una construcción no tan real, pero cuesta observar esos hechos que demuestran fehacientemente que esa construcción se encuentra inmersa en un proceso de mutación. Es como si alguien observara en el medio de una calle, el acercamiento de un automóvil a mucha velocidad y que en el momento preciso en que lo tuviera que pisar, esos ojos vieran como ese móvil despareciera súbitamente de la escena. O fue una alucinación, un truco o tal vez un efecto visual, se podría pensar.

Ese pozo gravitatorio obviamente no es natural, tampoco queda tanto de la naturaleza. Ese hueco es parte de una construcción que está para ser vista de esa forma, por todos aquellos que sobre ese lugar sólo recibirán información. No está hecho para los que lo viven o lo presencian sin ninguna mediación. Eso que se ha vuelto indiscernible e indemostrable es todo aquello que nos llega a través de la mediación, pero entendiendo que la mediación ya no es algo que se interpone entre nosotros y el mundo. La mediación es el mundo y nosotros somos sujetos de eso.

Lo indemostrable resulta así la presencia exuberante y absoluta de la ideología, la que obviamente se presenta como realidad. Ninguna ideología se dice a sí misma ideológica, sería un despropósito, y no porque las ideologías sean el producto de genios malvados que las construyen para engañar a la gente, sino porque ellas son parte estructural del todo social, y sus leyes de producción y reproducción en gran parte se realizan al margen de la conciencia que se tenga de ello. El descubrimiento de un elemento constitutivo de la sociedad como lo es la ideología sólo fue posible a través de la irrupción del discurso científico.

Esos lugares ubicados en una rara topología en la cual prima lo indemostrable como verdad, son necesariamente sitios de disputa por la significación. Lejos de apuntar a la episteme estamos en presencia de la necesidad de la doxa, como elemento de diferenciación.

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