2014/03/16

Santos y Uribe se reparten los legisladores y los “verdes” miran

Sonrisas. El oficialismo celebró el ajustado triunfo,
pero sabe que tendrá que contar con los partidos menores para negociar.
Elecciones en Colombia. Los votos que cada uno pueda sumar en el Parlamento pesarán sobre las conversaciones de paz en La Habana.
Como estaba previsto, el pasado domingo 9 de marzo se llevaron adelante en Colombia las elecciones legislativas. En las mismas se eligieron senadores y representantes a la Cámara (diputados), configurando así la antesala de las presidenciales que tendrán lugar el 25 de mayo. La nota saliente de los comicios fue el debut electoral de la fuerza política que conduce el ex presidente Álvaro Uribe. El denominado Centro Democrático Mano Firme Corazón Grande si bien no estuvo por encima del gobernante Partido Social de la Unidad Nacional (la “U”), logró colocar a 20 senadores de la lista que encabezó el ex mandatario, y 12 en la Cámara de Representantes. El partido de la U, al igual que las demás agrupaciones que conforman la alianza que sostiene al presidente Juan Manuel Santos, decrecieron ostensiblemente en la cantidad de curules (bancas) modificando así el tablero político colombiano. El único grupo aliado del presidente Santos que sumó más votos que en 2010 fue Cambio Radical, precisamente el partido que comanda Germán Vargas Lleras, quien días atrás fuera elegido para acompañar en la fórmula presidencial al actual mandatario que irá por la reelección. En tanto los tradicionales partidos Liberal y Conservador perdieron densidad electoral, la izquierda a través de la Alianza Verde y el Polo Democrático Alternativo consiguieron 5 curules cada una. La nueva configuración de la bancada hace presagiar que si el presidente Santos fuera reelegido en mayo, tendrá una oposición legislativa tanto a la derecha como a la izquierda. Si bien el Centro Democrático podría convertirse en una piedra en el zapato para proseguir las conversaciones de paz con la guerrilla de las FARC en La Habana, ese problema no lo tendría con las fuerzas progresistas, que desde un inicio se comprometieron con las conversaciones. Si bien hubo un alto porcentaje de voto en blanco, éste no se corresponde con lo que las encuestas vaticinan para las presidenciales. Según el portal de la Registraduría de Colombia, el voto en blanco alcanzaba el 5,21 % de los sufragios, mientras que los últimos sondeos de opinión le están dando para las presidenciales una cifra que ronda el 30%. Lo que sí puede considerarse como un claro mensaje de la ciudadanía a la sociedad política colombiana fue el nivel de abstención. En Bogotá, para dar un ejemplo, los que no fueron a votar constituyeron el 65% de los habilitados para hacerlo. Un número bastante significativo, aunque ya en 2010 el abstencionismo en la capital colombiana rondaba la mitad del electorado.
Tras el resultado del domingo, la composición de la nueva bancada seguirá manteniendo la mayoría que apoya al presidente. La U, Cambio Radical y el Partido Liberal en conjunto obtuvieron 47 senadores de los 107 curules. Las dudas se generan a partir de las 18 bancas que logró el Partido Conservador. Éste, en las presidenciales llevará candidato propio, y es la abogada Marta Lucía Ramírez que por los sondeos no tiene la menor chance, y lo llamativo del caso es que solamente tres de los senadores conservadores electos, se hayan pronunciado públicamente a favor de Ramírez, lo que desde las filas santistas ya es interpretado como una señal de que los restantes se unificarían en la bancada oficialista. El problema de los senadores conservadores para el gobierno es de capital importancia, ya que ellos por perfil político también podrían ser proclives a alinearse con el Centro Democrático, y complicar así en el senado las resoluciones de paz que están en curso. Por esa misma razón, el oficialismo saludó que entre la Alianza Verde y el Polo Democrático Alternativo hayan alcanzado 10 lugares, ya que sabe bien que ellos son partidarios de la paz.
El parte de la victoria. Pasadas las 10 y media de la noche del domingo, Juan Manuel Santos se dirigió a la sede partidaria ubicada en el Norte de Bogotá, acompañado de los respectivos jefes de los partidos de la coalición gobernante (Sergio Díaz-Granados, de “la U”; Carlos Fernando Galán, de Cambio Radical, y Simón Gaviria, del Partido Liberal), para dar el parte de victoria. También lo acompañó quien será su compañero de fórmula para mayo, Germán Vargas Lleras. Tras conocer la tendencia favorable, Santos se dirigió a los presentes y les dijo: “Quiero felicitarlos a ustedes aquí presentes y a quienes trabajaron en todos los rincones de la patria. Gracias al trabajo de todos los militantes de los partidos de la coalición, que me consta ha sido dedicado, apasionado, hoy podemos decir que produjeron unos muy buenos resultados” aseguró el mandatario, pero también tuvo sus elogios para Uribe. “También quiero felicitar al senador Uribe y su grupo, que tuvo un decoroso segundo lugar. Espero que podamos dejar a un lado los odios, los rencores y trabajar por el país”, sugirió. Lo que no es para nada seguro que el uribismo esté dispuesto a refrendar en el Congreso, los acuerdos de paz que podrían derivar de La Habana.
Uribe no pierde mañas. El lunes, el Centro Democrático denunció que el partido de la U hizo trampas. En un comunicado dijeron que “el software de escrutinio, que iba a usar la Registraduría, no daba plenas garantías, y nunca se permitió hacer el respectivo simulacro del sistema”. También argumentaron que “el Gobierno utilizó una cantidad enorme de dinero a través de los congresistas, para que éstos compraran votos en muchas partes del país”, agregando que “tampoco es comprensible que a partir del boletín 18 de la Registraduría, se reversara la tendencia de los resultados, y que de manera mágica el partido de la U pasara del tercer al primer puesto”.
Lo que sí demostraron los comicios es que Uribe sigue manteniendo un gran caudal de votos. Según los sondeos sobre las próximas presidenciales, el candidato del Centro Democrático Óscar Iván Zuluaga no logra despegar del 8%, pero Uribe logró traccionar encabezando la lista porcentajes enormes. Según la catedrática Patricia Muñoz, citada por el diario El Tiempo, “el ex presidente Uribe siguió demostrando que es uno de los grandes electores del país, que es un gran intérprete de la opinión pública y que sabe leer muy bien a los colombianos. Se entiende que el triunfo es de él, que era el de los votos en la lista del Centro Democrático”, dijo, con lo cual otros analistas interpretan que éste también es un mensaje directo para los que se sientan en La Habana, ya que Uribe es un acérrimo opositor a las negociaciones de paz.
La consulta de los verdes. La Alianza Verde que surgió de la confluencia del Partido Verde y el movimiento Progresistas –que lidera el alcalde de Bogotá Gustavo Petro–, aprovechó la contienda electoral para también llevar adelante la consulta para definir quién será su candidato presidencial en mayo. Si bien en las legislativas la alianza logró 5 bancas para el senado, la elección del candidato presidencial venía bastante complicada. Tanto es así que los progresistas no presentaron ningún candidato, debido a que el ex alcalde de Bogotá Enrique Peñalosa (uno de los precandidatos) había afirmado que votaría a favor de la revocatoria de Petro. Peñalosa es una figura bastante controvertida del espectro político colombiano ya que si bien él se define como parte de un espacio progresista, nadie es ajeno a su cercanía con el ex presidente Uribe. Además de Peñalosa, los otros precandidatos eran John Sudarsky, del Partido Verde, y Camilo Romero (independiente). Tras haber sido electo Peñalosa, Sudarsky manifestó que él no hará campaña por el ex alcalde. “Yo, lamentablemente, la visión que tiene Enrique Peñalosa no la comparto, es diametralmente opuesta a la que yo propongo”, dijo. Mientras que Romero también expresó que se hizo todo lo posible para derrotar a Peñalosa y no se pudo. El ex alcalde quedó como candidato presidencial de una alianza que hoy no tiene ningún futuro. Algunos analistas coinciden en que todo esto fue una operación de la derecha para destruir un espacio político con cierta perspectiva. Los progresistas de Petro ya venían advirtiendo la maniobra de Peñalosa.


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