2014/03/11

La inflación de la teoría

Que la realidad sea cambiante, esto no significa que los conceptos que puedan dar cuenta de ella tengan que ser completamente diferentes. Cada coyuntura no necesita de una nueva teoría. Esta concepción lleva a obsoletizarla, porque si para cada ocasión es necesaria una nueva, no tendría ya ningún sentido. La teoría también se transforma, pero tiene su propia temporalidad, sus propias leyes de ruptura y continuidad. La denegación de la teoría es pura ideología, esa que sí se simula eterna, y que nadie cuestiona. Por qué digo esto, porque pareciera que para dar cuenta de una cierta realidad, pareciera que se tendría que explicar todo de nuevo. Encontrar correlaciones entre términos -que algunos desecharon por viejos- y otros que los suplen pero les hacen integrar una estructura de inteligibilidad diferente. La teoría no puede tener la misma lógica que la moda o las ofertas del mercado.

El desprecio por la teoría es un residuo efectivo de ideas posmodernas, prende fácil en los que practican el empirismo, y en los que necesitan justificar su pragmatismo. En la realidad mal que pese siempre hay teorías que actúan, se trata de conocerlas de decodificarlas e intentar  reversar el rumbo. Actúan a través de sujetos que la mayoría de las veces no son conscientes de ello. Las empresas producen teorías permanentemente, no sólo para reproducir la producción y la economía, también para el marketing, para su inserción en la sociedad, en cómo cambiar los gustos, en cómo producirlos. En todo eso no hay ninguna espontaneidad. Obviamente no todo se predetermina, también existe el azar y la indeterminación, pero  en lugar secundario o contingente.

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